Si llevamos a cabo una higiene adecuada en la jaula de nuestra cobaya, procuramos asearla con regularidad y mantenemos una alimentación responsable, es muy poco probable que nuestra adorable mascota contraiga alguna enfermedad. No obstante, siempre es importante conocer las principales afectaciones que podría sufrir, sus síntomas y cómo evitarlas. Aquí tienes toda la información que necesitas.

Examinando a nuestra cobaya

Antes de dar paso a las enfermedades más comunes de las cobayas, es preciso anotar algunas prácticas de observación que podemos adoptar regularmente para comprobar que nuestro amigo se encuentra en buen estado. Ante cualquier cambio evidente, recuerda que lo más importante es acudir de inmediato a un veterinario.

El pelaje: Un pelaje limpio y denso es sinónimo de buena salud para tu cobaya. En este sentido, asegúrate que no existan zonas de la piel sin pelo o ligeramente enrojecidas. Si notas algunas liendres en el pelaje de tu cobaya, muy probablemente se deba a los ácaros del heno. En ese caso, efectúa un baño con champú y listo.

La entrepierna: Esta zona del cuerpo debe mantenerse limpia y seca. Si notas cierta humedad o un olor fétido, puede deberse a una infección de orina. Acude a tu veterinario.

La nariz: Cuando tu cobaya estornuda o si sientes que su nariz gotea constantemente, quizás se deba a un caso de resfriado. Mantén a tu mascota alejada de las fuertes corrientes de aire, y evita los cambios bruscos de temperatura.

Los ojos: Estos deben mostrarse cristalinos y sin legañas. En algunas ocasiones, podrás notar la presencia de una sustancia lechosa cerca del glóbulo ocular que las cobayas utilizan para asearse. Esto es perfectamente normal, no así si notas que el ojo se nubla. En ese caso, puede tratarse de una úlcera.

Las uñas: Como parte de su aseo regular, deberás recortar las uñas de tu cobaya cada cierto tiempo, y para proteger sus extremidades, emplea un suelo de heno o virutas de madera.

Enfermedades más comunes de las cobayas

Ácaros: Regiones sin pelo o ulcerosas, rascado intenso y constante, caspa, pérdida de brillo en el pelaje, ansiedad o pérdida de pelo, son algunos de los síntomas más comunes que delatan la presencia de ácaros en las cobayas. Estos insectos habitan en las capas más externas de la piel, y aunque son prácticamente indetectables a simple vista (incluso pueden permanecer en silencio durante años en tu mascota), conviene acudir de inmediato al veterinario tan pronto como se adviertan estos síntomas, ya que la cobaya puede morir por deshidratación y anorexia.

Cistitis: Aunque es más habitual en las hembras que en los machos, la cistitis puede ser muy peligrosa para tu cobaya en cualquier caso. Generalmente, esta enfermedad se manifiesta cuando una bacteria ataca la vejiga, cuando la orina se estanca, o bien, cuando la uretra es obstruida por una piedra. Si notamos que nuestra mascota eleva su parte posterior al terminar de orinar, coloca la cabeza entre las patas traseras para lamerse o emite quejidos intensos mientras orina, se tratará entonces de un caso de cistitis.

Maloclusión: La maloclusión se produce cuando los dientes crecen desalineados, a raíz de un uso inadecuado. Bien es sabido que los dientes de los roedores crecen sin parar a lo largo de sus vidas, y por ende, es muy común que, ante un desgaste pobre o deficiente de estos, terminen experimentando un sobrecrecimiento. En consecuencia, la cobaya podría experimentar un dolor muy fuerte al masticar que le impediría alimentarse, pudiendo incluso llegar a morir. Para evitar este escenario, lo más importante es proveerle a nuestra cobaya de las cantidades necesarias de heno (entre 70 y 100 gramos diarios).

Golpes de calor: Las cobayas pueden resistir las temperaturas moderadamente frías, no así con el calor y la humedad. Un ambiente superior a los 25 grados centígrados y con una humedad alta pueden ser factores desencadenantes para que nuestra mascota sufra un golpe de calor. Si además, se trata de un ejemplar de pelo largo, o que sufre de una exposición exagerada al sol, este escenario puede agravarse aún más. Algunas personas eligen, como método preventivo, rebajar la melena del roedor, aunque también puede ser eficaz rociarla con un agua. Si notas que los síntomas empeoran (jadeo constante, inactividad, convulsiones, etc.), acude al veterinario de inmediato.

Hongos: Los hongos pueden ser producto de una infección o una carencia de vitamina C. Es común en estos casos que la cobaya sufra caídas de pelo, llagas y costras en la piel, rascado constante, entre otros síntomas. Para remediar esta enfermedad, lo más importante es aislar nuestra cobaya afectada del resto del grupo, ya que los hongos son altamente contagiosos. En segundo lugar, limpia la jaula con desinfectante especial y no te olvides de buscar asistencia profesional.

Cataratas: En edades avanzadas, las cataratas pueden afectar frecuentemente a tu cobaya, especialmente si se trata de un ejemplar de la raza abisinia o una variedad mestiza cruzada con abisinia. De manera general, la catarata afecta la córnea del ojo, la cual se torna opaca dificultando la visión. Es sabido que las cobayas se adaptan paulatinamente a esta condición, pero si quieres ayudarla, nada como apostar por una dieta rica en zanahorias (al menos tres veces a la semana), separando este alimento del resto del menú. Esto último es muy importante, pues de otro modo, podrían producirse gases y molestos cólicos.

Parásitos internos: Si tu cobaya se alimenta adecuadamente y aun así notas una reducción significativa de peso, lo más probable es que haya contraído parásitos. Estas bacterias suelen generarse ante una mala higiene en la jaula, y pueden introducirse en el organismo de tu mascota cuando esta consume alimentos directamente del suelo. De este modo, los parásitos pueden alojarse en su sistema digestivo y afectar el funcionamiento del intestino, donde absorberán gran parte de los alimentos que tu cobaya ingiere. Para contrarrestar este escenario, el veterinario podrá recetar un antiparasitario.

Pododermatitis: Se considera la enfermedad más dolorosa para las cobayas, y a grandes rasgos, se trata de una complicación ulcerativa que afecta principalmente las extremidades de nuestra mascota. En fases avanzadas, la Pododermatitis puede hinchar las patas de la cobaya o provocar sangrado. Algunos de los síntomas son pérdida de peso, inactividad y debilidad. Para tener una idea, si la enfermedad llega hasta el hueso, sería necesario incluso amputar la zona, por lo que es necesario tomar medidas preventivas como realizar una buena higiene a diario, colocar suelos agradables en la jaula (virutas de madera, heno, etc.), evitar la obesidad, y procurar mantener su entorno bien seco.

Piedras en el riñón: Una dieta excesiva en calcio puede ser el detonante que produzca las piedras en el riñón de tu cobaya. Al alojarse en el tracto urinario, estas piedras entorpecen la correcta evacuación, por lo que tu mascota podrá experimentar un fuerte dolor al orinar, e incluso, emitir chillidos peculiares. Para evitar este escenario, deben proveerse las verduras verdes como la acelga con una frecuencia máxima de dos veces a la semana. En cuanto al heno, este no debe contener alfalfa. En algunas ocasiones, la intervención quirúrgica es el único modo de eliminar estas molestas piedras.

Escorbuto: El escorbuto es una avitaminosis, o sea una enfermedad producida por la carencia de vitaminas, en este caso la vitamina C, y se caracteriza por algunos síntomas como dolor generalizado, inactividad, inapetencia, etc. Al igual que sucede en los humanos, las cobayas no son capaces de producir la vitamina C de manera natural, por lo que es preciso suminístraselas a través de una dieta rica en naranjas, kiwis, pimientos y tomates. 30 gramos de pimiento rojo al día son suficientes para suplir las necesidades de vitamina C en tu cobaya. Del mismo modo, puedes aplicar un tratamiento de Redoxón (una cápsula por litro de agua) para contrarrestar esta carencia.